A finales del 2019, nos llegan noticias de China donde un grupo de científicos alerta sobre la aparición de una enfermedad respiratoria altamente contagiosa. Efectivamente, esta enfermedad llamada COVID-19 se convirtió en pandemia en marzo del 2020 y sus efectos sociales y económicos aún los estamos sintiendo. Aunque los problemas mentales causados por el encierro han sido evidenciados, aún no sabemos el impacto que este encierro tan prolongado tuvo entre los niños y niñas más pequeños, ya que tuvieron que dejar sus actividades de interacción social en una etapa que es clave para su desarrollo personal y emocional. Se estiman alrededor de 7 millones de personas fallecidas por causa del COVID-19.
En febrero del 2022, Rusia lleva a cabo una invasión contra Ucrania que ha causado una situación de alarma mundial ante la posibilidad de una escalada armamentística nuclear. Asimismo, las sanciones económicas contra Rusia han generado una reorganización de ciertos sectores económicos como el de los commodities debido a la importante influencia de Rusia en este mercado. Las sanciones económicas no hacen mella en el gobierno ruso y ya se habla de una posible escalada militar que involucre a otros países miembros de la OTAN. Entre bajas rusas y ucranianas, esta guerra ha arrojado casi 200,000 muertos.
En noviembre del 2022, se lanza ChatGPT, una herramienta que promete ser un actor transformador en el mundo tecnológico a la altura de Internet. En menos de dos años, ChatGPT ha tenido un impacto importante y real en la forma en que ahora interactuamos en actividades de diversa índole, tanto académicas como productivas. ChatGPT y otras herramientas de inteligencia artificial generativa se han convertido en herramientas que se deben incorporar en los flujos de trabajo para mejorar la competitividad en el mundo actual. El impacto en el mundo laboral aún está por verse, pero la inquietud por el futuro de los puestos de trabajo es palpable.
Vivimos en tiempos donde parece que todas las cosas pasan muy rápidamente y que esas cosas que suceden no siempre son halagüeñas, sino que nos generan incertidumbre. La velocidad con que pasan los días, el paso acelerado del desarrollo científico y tecnológico, la aparición rápida y sucesiva de eventos influyentes e inesperados; todo esto parece que nos desborda, nos abruma. Todo este cúmulo de eventos y circunstancias parece que desborda la capacidad que tenemos de planificar, de prever, de prepararnos para algún tipo de escenario en el futuro.
Hacemos planes considerando aquello que conocemos, considerando el contexto actual, las circunstancias que nos rodean y, con nuestra capacidad de análisis, comenzamos a plantear escenarios en el corto, mediano y largo plazo que, según nuestra lógica, deberían suceder. Sin embargo, aparecen de forma inesperada puntos de inflexión que nos cambian los planes que teníamos: una pandemia, una tecnología disruptiva o una amenaza de guerra global; el mundo y la humanidad no dejan de sorprendernos. Podemos hacer diversos planes, creer que hemos llegado al pináculo del desarrollo y que lo que sigue a continuación es un devenir de eventos consecuentes, lógicos y sin sobresaltos, pero como dicen por ahí, "a veces la realidad supera la ficción" y nos llevamos la sorpresa de que no estábamos preparados para lo que viene a continuación.
Hoy estamos en un tamaño poblacional que ronda los miles de millones de seres humanos, que generan una cantidad inconmensurable de eventos y posibilidades; por tanto, la aparición de un evento improbable no es descabellado, sino que prácticamente está a la vuelta de la esquina.
Debemos tener en cuenta que lo que casi nunca cambiará es la supervivencia de la especie que logre adaptarse mejor a los cambios. Hemos sido llamados, si queremos seguir sobreviviendo sobre este planeta, a afrontar con entereza y resiliencia los cambios que nos aparecerán en el futuro por venir. Habrá daños colaterales, pero la resiliencia y adaptabilidad de la especie permanecerán.
De 1918 a 1920 apareció la influenza española que mató entre 20 y 40 millones de personas. En 1929 y la década del 30 se experimentó la Gran Depresión. De 1939 a 1945 ocurrió la Segunda Guerra Mundial con un saldo de entre 70 y 85 millones de víctimas mortales. Posterior a estos eventos tan catastróficos, se vivieron los mejores tiempos de desarrollo y bienestar del siglo XX: vuelos comerciales, el hombre en la Luna, la aparición de medicinas y el desarrollo de prácticas médicas que mejoraron la condición de los pacientes y extendieron la esperanza de vida, desarrollo de nuevas fuentes de generación de energía más limpias, la aparición del computador y el Internet. Todos estos hechos nos señalan que después de grandes crisis hay un resurgir de la raza humana y su calidad de vida. Estamos pasando por un bache, pero no es definitivo.
Finalmente, recordemos esta frase: "Los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean tiempos fáciles. Los tiempos fáciles crean hombres débiles, los hombres débiles crean tiempos difíciles". Siempre habrá espacio para una mejor época y para épocas adversas donde nos podremos probar y saber de lo que estamos hechos.
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